Ubicado en la costa sur de Menorca, en las islas Baleares, se encuentra una joya pintoresca que cautiva a los visitantes por su sorprendente parecido con los idílicos pueblos de Grecia. Se trata de Binibeca Vell, un precioso pueblo con aires mediterráneos y que nos traslada a la misma Grecia.
Este pueblo balear, localidad y pedanía española perteneciente al municipio de San Luis, en la parte suroriental de Menorca, fue concebido en la década de 1960 (en 1964 arrancó su construcción) por el aparejador español Antonio Sintes Mercadal y el arquitecto Francisco Juan Barba Corsini, que buscaban recrear la esencia de un tradicional pueblo pesquero del Mediterráneo con la idea de atraer bohemios, intelectuales, artistas o escritores, que sintieran este rincón pintoresco como su particular paraíso mediterráneo. El resultado de este esfuerzo arquitectónico fue una combinación armoniosa de estética y funcionalidad, diseñada para evocar una sensación de belleza y tranquilidad atemporales.
Inspirado en Santorini
“Lo forman un pequeño núcleo de casas singulares y únicas, encajadas las unas sobre las otras como por arte de magia”, explica la propia página web del Poblado de Pescadores en el que, actualmente, hay 165 casas cubriendo casi 8.000 metros cuadrados frente al mar.
El diseño arquitectónico tiene cierta inspiración en las Cícladas griegas, particularmente en la isla de Santorini, con un estandarte que sigue la simplicidad y la armonía con la naturaleza. Las casas encaladas de la ciudad, con sus tejados planos y detalles en azul, recuerdan, y mucho, a la arquitectura de las islas griegas.
No hubo una gran planificación, sino que en esta pequeña costera, se fueron edificando las casas según su demanda o encargo de los compradores (la primera fue la casa Candi), pero siempre cuidando el mismo aspecto de balcones de madera y casas bajas y encaladas en color blanco. Las últimas casas que se construyeron en la zona se remontan a los 70 y ya no se volvió a añadir ninguna más. Lo que sí destaca es un campanario que corona una pequeña capilla abierta que se utiliza en ocasiones especiales. También su plaza mayor y el paseo marítimo.
Lo cierto es que la arquitectura del pueblo es su característica más llamativa. Las casas encaladas, adornadas con contraventanas de madera, crean un contraste visualmente impresionante con el cielo azul profundo y las aguas turquesas.
Si bien Binibeca Vell puede parecer un pueblo griego, conserva un alma claramente española. La cultura local es una deliciosa fusión de tradiciones españolas e influencias mediterráneas. Los restaurantes y cafeterías de la ciudad ofrecen una muestra de la cocina menorquina, caracterizada por mariscos frescos, ingredientes de origen local y platos tradicionales españoles.
A día de hoy (desde el 1 de mayo de 2023), Binibeca Vell solo se puede visitar en un horario cerrado de 11 de la mañana a 8 de la noche para respetar a todos aquellos que allí siguen residiendo. De ahí que soliciten silencio y se pide que mantengan limpio el pueblo, no entren en las casas ni utilicen mobiliario privado. No te pierdas la playa de Binibeca situada en la misma urbanización, que está rodeada de pinos y donde el agua es increíblemente cristalina. (Se encuentra a 6 kilómetros de Sant Lluís). La playa es perfecta para nadar, tomar el sol y hacer esnórquel. Las tranquilas aguas de la playa la hacen ideal para familias y turistas en general.
Otros pueblos similares
Dentro de la península, seguimos contando con otros pueblos similares que parecen transportarnos a otro país lejano, dentro del Mediterráneo. Un ejemplo de ello es el pueblo portugués conocido como Burgau, que se conoce también como el “Santorini portugués”. Al igual que Binibeca Vell, parece un pueblo de pescadores caracterizado por sus casas encaladas, calles estrechas e impresionantes vistas al mar; otra joya escondida a menos de dos horas de la frontera española.
Durante siglos, el pueblo prosperó gracias a las bondades del mar, con generaciones de pescadores arrojando sus redes desde las orillas de sus aguas. Hoy en día, aunque la pesca sigue importante y seña de su identidad, Burgau es un rincón muy turístico para aquellos viajeros que buscan tranquilidad y belleza natural. No en vano, es un pueblo costero y tranquilo en el Algarve portugués.
Pasear por Burgau es como entrar en una postal. Las calles estrechas y sinuosas del pueblo están bordeadas de casas encaladas adornadas con contraventanas de colores mediterráneos y balcones llenos de flores, creando escenas que acogen e inspiran calma. Uno de los detalles más llamativos de Burgau son sus playas. A pesar de que el pueblo tiene apenas unos 250 residentes, atrae a numerosos turistas, debido a su ambiente familiar, tranquilo y paradisíaco, de ahí que la mayoría viva principalmente del turismo, tanto nacional como internacional.
Si vas por la zona, para aquellos interesados en la historia y la cultura, es imperdible ir a la ciudad histórica de Lagos y a contemplar los acantilados de Ponta da Piedade, que ofrecen una visión fascinante del patrimonio de la región.
Fuente: muyinteresante.com